lunes, 2 de abril de 2012

RELACIONES SEXUALES: ¿CUÁL ES EL ORIGEN DE NUESTRA MORAL?


Compartimos estas reflexiones del obispo  católico Geoffrey Robinson, publicadas (en ingles) en la revista online New Catholic Times


Estoy convencido de que es necesaria una revisión de todo lo relacionado con la sexualidad.

La tesis de este trabajo consta de tres partes:

1.
 No hay ninguna posibilidad de un cambio en la enseñanza de la Iglesia Católica sobre el tema de los actos homosexuales hasta que no produzca un cambio en su enseñanza sobre los actos heterosexuales;

2.
 Hay gran necesidad de cambio en la enseñanza de la Iglesia respecto a los actos heterosexuales;

3.
 Siempre y cuando este cambio se produzca, inevitablemente tendrá sus efectos en enseñanza sobre los actos homosexuales.


PRIMERA PARTE

No hay ninguna posibilidad de un cambio en la enseñanza de la Católica Iglesia sobre el tema de los actos homosexuales hasta que no cambie primero su enseñanza respecto a los actos heterosexuales.

El argumento constantemente repetido de la Iglesia católica es que Dios creó la sexualidad humana por dos razones: como un medio para expresar y fomentar el amor entre una pareja (el aspecto unitivo) y como el medio por el que sea traido a la existencia un nuevo ser humano (el aspecto procreativo).
 El argumento dice que el uso del sexo es "conforme a la naturaleza" sólo cuando sirve a la vez a los dos fines intendidos por Dios, y que ambos no se dan realmente sino exclusivamente dentro del matrimonio, e incluso sólo entonces cuando el acto está abierto a una nueva vida, de modo que cualquier otro uso de lo sexual es moralmente malo.1

Si el punto de partida es que cada acto sexual solo debe ser tanto unitivo como procreativo, no existe la posibilidad de la aprobación de los actos homosexuales.
 El Catecismo de la Iglesia católica de hecho se refiere a la pregunta con extraordinaria brevedad: "(los actos homosexuales) son contrarios a la ley natural. Cierran el acto sexual al don de la vida. No proceden de una verdadera complementariedad afectiva y sexual. "2

Si este es el punto de partida, no hay mucho más que decir.
 No hay posibilidad de que se den cambios respecto de los actos homosexuales dentro de esta enseñanza, y es inútil buscar el cambio, ya que los actos homosexuales no tienen el elemento de la procreación como la Iglesia entiende ese elemento. Para que la enseñanza respecto a los actos homosexuales alguna vez pueda cambiar, debe primero cambiar la doctrina básica que regula todos los actos sexuales.

SEGUNDA PARTE

Urge un cambio en la doctrina de la Iglesia sobre los actos heterosexuales.

Yo propongo tres razones por las que esta enseñanza debe cambiar.

Primer argumento

El primer argumento es que la doctrina de la Iglesia dice que la esencia de el pecado sexual es que es una ofensa directa contra Dios, porque, independientemente de que se le cause un daño a cualquier ser humano, se constituye una violación de lo que se afirma ser conforme al orden divino y natural que Dios estableció.
 Se dice que Dios inserta en la naturaleza misma la exigencia de que cada acto sexual humano sea a la vez unitivo y procreativo. Si no contiene estos dos elementos, es contra la "naturaleza" según lo establecido por Dios. Esto plantea dos serias dudas, uno relacionado con la naturaleza y otro relacionado con Dios.

En relación con la naturaleza, no debería el argumento de la iglesia ofrecer como ilustración una serie de ejemplos de otros campos donde Dios nos ha dado un propósito divino para algunas cosas creadas, de tal manera que fuese un pecado contra Dios usarlas de otra manera? ¿O es la sexualidad el único ejemplo que hay de que Dios tiene un propósito divino al crear la sexualidad así? Si hay otros ejemplos, ¿por qué no ilustra la Iglesia con una lista de ejemplos este principio?

Recuerdo haber leído hace años el argumento burlón que el propósito natural dado por Dios a los ojos es mirar hacia delante. En tal caso el uso de espejos retrovisores en los automóviles estarían en contra de la naturaleza y por lo tanto sería inmoral.
 Por supuesto que este es un argumento de burla, ¿pero no se plantean preguntas sobre lo que entendemos por "naturaleza" y lo difícil que es discernir las consecuencias morales que resultarían de la pretensión de lo que Dios estableció como naturaleza?

En relación con Dios, el argumento utilizado en el pasado era que golpear a un rey era mucho más grave que golpear a un plebeyo, y, por la misma razón, un delito en contra de Dios mucho más grave que un delito contra un ser humano. En esta forma de ver las cosas, los pecados más graves fueron los que atentaban directamente en contra de Dios. En la práctica, esto aplica sobre todo a los pecados de blasfemia y a los pecados sexuales, y ayuda a explicar por qué, en la Iglesia católica, la moral sexual ha siempre revestido una importancia tan exagerada.

Cuando una persona se ofende con una observación trivial, tendemos a hablar de
a esa persona como de una "pequeña" persona, mientras que una persona con la capacidad de ignorar los comentarios más negativos es considerada una "gran" persona.
 Mi lectura de la Biblia me lleva a creer en un Dios muy grande, el cual no se ofende fácilmente por delitos que atentan directamente contra Dios. Creo, por ejemplo, que Dios se encoge de hombros gran parte frente a lo que se denomina "blasfemia" y lo concibe como una reacción humana comprensible cara a la injusticia de la maldad y del sufrimiento en este mundo. No creo que Dios se ofenda ni lo más mínimo cuando los padres que acaban de perder a un hijo expresen una terrible ira contra Dios.

En este sentido, cabe preguntarse si Dios se siente ofendido por cualquier pensamiento o acción sexual considerada únicamente como una ofensa contra un orden supuestamente establecido por Dios, antes de considerar su efecto sobre otras personas, sobre uno mismo o sobre la comunidad.

La parábola del hijo pródigo nos puede ayudar a comprender3. El hijo más joven recibió su parte completa del patrimonio que le correspondía y la despilfarró. Él no tenía derecho ni a un céntimo más del patrimonio, el resto iría enteramente ahora, atendiéndose estrictamente al derecho, al hijo mayor ("Tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo ", v.31). El padre respetó los derechos del hijo mayor y no tomaría nada de él. Cuando, sin embargo, se trató del daño que el hijo pródigo le había causado a su padre por haberlo abandonado y por haber despilfarrado el patrimonio por el que este había trabajado tan duro, el padre puso esto a un lado por amor por su hijo e insistió en que se le diera la bienvenida y se le tratara como a un hijo y no como a un siervo. El mensaje es, sin duda que si bien Dios se preocupa por los derechos de los seres humanos y lo que le hacen el uno al otro, es lo suficientemente grande para amar y el perdonar y para no enojarse con ofensas directas en contra de Dios. Podemos preguntarnos si el Dios representado en esta parábola condenaría a una persona al castigo eterno porque, en el medio de la turbulencia de la sexualidad, a veces no logra hacer concordar en armonía los fines unitivo y procreador percibidos como el ideal?

Durante siglos la iglesia ha enseñado que todo pecado sexual es un pecado mortal.4

De acuerdo con esa enseñanza, incluso la obtención deliberada de placer al pensar sobre el sexo, aunque sea brevemente, es un pecado mortal. Esta doctrina no puede ser proclamada hoy en voz alta como antes, pero fue proclamada por muchos Papas, 5 y nunca se ha retractado, pero ha afectado a un sinnúmero de personas.

Esta doctrina fomentó la creencia en un Dios tremebundo, porque este Dios condenaba a una persona al infierno eternamente por un solo instante de deliberado placer derivado de deseo sexual sin arrepentimiento. 

Yo simplemente no creo en semejante Dios. De hecho, rechazo positivamente a semejante Dios.

¿No se desprende de esto que existen graves peligros de basar la doctrina moral de la Iglesia sobre el sexo en el concepto de delitos directos contra Dios?

Hay que añadir que, frente a las revelaciones de abuso sexual, esto se convirtió en un problema más grave, porque las autoridades eclesiásticas vieron el  delito sobre todo en términos de un delito sexual en contra de Dios, que debía ser tratado de acuerdo con los criterios que rigen esos delitos - el arrepentimiento, la confesión, la absolución, el perdón total de Dios y por lo tanto, la restauración del status quo.

Esto contribuyó en gran medida a la práctica de mover a los delincuentes de una parroquia a
otra.
 Nunca podía haber una respuesta adecuada a los abusos, siempre y cuando mucha gente pensó principalmente en términos de delitos sexuales en contra de Dios y no en el daño causado a las víctimas.

Segundo argumento

La segunda razón para el cambio es que las declaraciones de la Iglesia parecen ser afirmaciones en lugar de argumentos. Nadie discute el hecho de que la relación sexual es el medio normal para la creación de una nueva vida y que puede ser un medio poderoso para ayudar a las parejas a expresar y fortalecer su amor. Tanto el elemento unitivo como el procreador, son por lo tanto los aspectos fundamentales de la relación matrimonial como una institución de toda la raza humana. Pero son elementos esenciales de cada matrimonio individual, sin importar cuáles sean las circunstancias, por ejemplo, si a la pareja se les dice por expertos médicos que cualquier niño que tuviesen sufriría de una enfermedad hereditaria grave y paralizante? Son elementos esenciales de la cada acto de relaciones sexuales? ¿Sobre qué base?

Siempre hay problemas cuando los seres humanos afirman conocer la mente de Dios. ¿Y la afirmación de que es la voluntad de Dios, y su orden en efecto, que los aspectos unitivo y procreativo deban necesariamente y siempre estar presentes en cada acto sexual es un hecho probado o una simple afirmación? Si se trata de un hecho probado, ¿cuáles son las pruebas? ¿Por qué los documentos de la iglesia no presentan tales pruebas? 6

¿No deberían incluir las pruebas la experiencia de millones de personas que intentan combinar el sexo, el amor y la procreación de la nueva la vida en medio de la turbulencia de la sexualidad humana y las complejidades de la vida? ¿No se confunde un ideal con la realidad?

Si sólo se trata de una afirmación, ¿hay alguna razón por la que no se deba aplicar el principio de la lógica: ¿Lo que está libremente afirmado puede ser negado libremente? Si no es más que una afirmación, ¿realmente importa quién es el que hace la afirmación o con cuánta frecuencia se hace? ¿Dónde están los argumentos a favor de la afirmación que convencerían a una conciencia abierta y honesta?

Tercer argumento

El tercer argumento es que la doctrina de la Iglesia se funda en una medida demasiado grande sobre la consideración de lo que se pretende ser la naturaleza dada por Dios a los actos físicos en sí mismos y no en cómo tales actos afectan a las personas y a las relaciones interpersonales. Y lo sigue haciendo esto en un momento en que la tendencia general en la teología moral va en la dirección opuesta. Volveré sobre este punto.

Nos quedamos con el hecho de que la Iglesia Católica está proponiendo una enseñanza que
sólo una minoría sigue aceptando, especialmente entre los jóvenes. La sociedad occidental  ha rechazado unánimemente toda esta doctrina y se ha tomado una posición que en muchos sentidos se encuentra en el extremo opuesto.
  Al parecer, quedan pocas personas para defender una posición intermedia entre los dos extremos. Este el punto medio es el que ahora quiero explorar.

El Espacio de negociación

Si decidimos dejar atrás una ética que ve el sexo en términos de una ofensa directa en contra de Dios, que hace hincapié en los distintos actos físicos en vez de hacerlo en personas y las relaciones, y que se basa en una afirmación repetida en lugar de un argumento, hacia donde debemos orientarnos? Sugiero como respuesta que debemos pasar a una ética que, en primer lugar, considera que cualquiera de los delitos en contra de Dios, no consisten en el acto sexual en sí, sino en el daño causado a los seres humanos; en segundo lugar, que habla en términos de personas y de relaciones en lugar de hablar de actos físicos, y en tercer lugar, entonces construye un argumento sobre  estas dos bases en lugar de construirlo sobre afirmaciones no probadas.

Si es imposible sostener una ética sexual entera sobre la base de ofensas directas en contra de Dios, toda la evidencia nos prueba que Dios se preocupa mucho por los seres humanos y tiene una visión muy seria de cualquier daño causado a ellos, ya bien a través del deseo sexual o de cualquier otra causa. "Si alguno de ustedes pone tropiezo a uno de estos pequeños que creen en mí, sería mejor para este que le colgaran una gran piedra de molino alrededor de su cuello y que fuera arrojado al mar "(Mk.9: 42)." Entonces responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo, enfermo o en la cárcel, y no cuidar de ti? ' Y él responderá a ellos, "De cierto os digo, al igual que no le hicisteis a uno de estos pequeños, no le hicisteis a mí. '"(Mt.25 :44-45) En estas dos citas Jesús se identifica con las personas más débiles de la comunidad, y nos dice que cualquier daño causado a estas es un daño hecho a Dios.

Sugiero, por tanto, que debemos considerar la moral sexual en términos de los beneficios o de los daños causados a las personas y a las relaciones entre las personas en lugar de pensarla en términos de una ofensa directa contra Dios.

A raíz de esto, podemos decir que el placer sexual, al igual que todo otro placer, es en
sí moralmente neutro, ni bueno ni malo.
 Se trata más bien de las circunstancias que afectan a las personas y las relaciones que hacen de este placer que sea bueno o malo. Por ejemplo, ¿no hay placer bueno en una pareja casada que busca la reconciliación después de un desacuerdo, mientras hay un placer malo cuando un hombre comete actos de violación?

La Iglesia vs. la sociedad moderna

Para ir más lejos, si analizamos lo que se encuentra por debajo de las enseñanzas particulares de la Iglesia Católica en cuanto al sexo y llegamos a sus creencias más fundamentales, sugiero que hay un punto fundamental respecto al cual la Iglesia y la sociedad occidental moderna parecen moverse en direcciones opuestas.

La Iglesia está diciendo que el amor es el anhelo más profundo del corazón humano y el sexo es la expresión más importante del amor, por lo cual la gente debe hacer todo lo posible para asegurar que el sexo conserve su capacidad de expresar el amor tan profundamente como sea posible. Que deben asegurarse de que el sexo no llegue a convertirse en algo trivial, tanto por sí mismos como individuos como para la comunidad en su conjunto, porque pierde su poder para expresar el amor más profundo. La sociedad moderna, por su parte, cada vez acepta más la actividad sexual ocasional que no tiene que ver con el amor ni con la relación.

En sus términos más simples, la Iglesia está diciendo que, porque el amor es lo más importante y porque el sexo es una forma tan importante de expresar el amor, el sexo es siempre grave, mientras que la sociedad moderna parece estar diciendo cada vez más que el sexo en sí mismo no es nada serio.

En este punto básico instinto me encuentro más en sintonía con las opiniones de la Iglesia que con los de la sociedad moderna. Paradójicamente, fueron los efectos del abuso sexual de menores más que cualquier otra cosa que me convencieron de que el sexo no es trivial.

No hagas daño a vs. Ama a tu prójimo

Porque veo el sexo como algo serio, no me limito a la conclusión de que todo el sexo es bueno siempre que no haga daño a nadie.
 No me gustaría poner el asunto en términos tan simples, porque yo he visto demasiado daño causado por esta actitud. Se expresa en términos negativos ("No hacer daño") e, inevitablemente, conlleva el grave riesgo de que, sin pensar mucho en el bien de la otra persona involucrada, uno puede buscar solo su propio placer. Esto conduce hasta el borde mismo del precipicio de causarle daño al otro. En un campo tan turbulento como éste, un sinnúmero de personas que se apoyan en semejante principio caerán al precipicio.

Jesús siempre dijo: "Amarás a tu prójimo", y esto implica más que el hecho negativo de no dañar. Ello implica un respeto genuino por el otro y el desear y buscar positivamente el bien del otro. La diferencia esencial entre ambos principios consisten en que la actitud de "no hacer daño" permite poner al Ego en el primer lugar, mientras que "Ama a tu prójimo" conlleva a pensar primer en el otro. Una ética cristiana debe como mínimo expresarse en estos términos positivos. Sólo sobre la base positiva del respeto y la búsqueda del bien del prójimo que podríamos sentirnos seguros de haber encontrado una ética cristiana. Nunca podríamos confiar sobre la base del principio negativo de "no hacer daño".

Al hacer esto, debemos tomar muy en serio el daño que puede ser causado por el deseo sexual, y considerar cuidadosamente las circunstancias que pueden hacer moralmente mala la búsqueda de placer sexual, cuando implican un daño a el otro, para uno mismo o para la comunidad. Algunos de estos factores son: la violencia, física o psicológica, el engaño y el autoengaño, perjudicar a una tercera persona (por ejemplo, un cónyuge), usar a otra persona para la propia gratificación, tratar a las personas como objetos sexuales y no como  personas, separar el sexo del amor en la medida en que el sexo pierde su capacidad de expresar las profundidades del amor, trivializar el sexo para que pierda su gravedad, permitir que el deseo de satisfacción actual reduzca la capacidad de responder a los anhelos más profundos del corazón humano, perjudicar el deseo de compromiso permanente, no respetar la conexión que existe entre el sexo y la vida nueva, no respetar la necesidad de construir una relación con paciencia y con cuidado, no respetar el bien común de toda la comunidad.

Se verá de todo esto que las dificultades mas grandes que tengo son aquellas con la idea que "todo vale". Al reaccionar contra un extremo, siempre existe el peligro de ir al extremo opuesto. Creo que esto es lo que la sociedad moderna ha hecho en relación con el sexo.

Una ética cristiana

Al tratar de precisar aún más la idea de una ética específicamente cristiana, sugiero fijarnos en dos puntos en la Biblia. En primer lugar, al considerar los Diez Mandamientos, sugiero considerar el mandamiento relativo adulterio en el contexto de los tres otros mandamientos que lo encuadran.

Cuatro mandamientos sucesivos tratan del respeto a otras personas y enfatizan en cuatro elementos esenciales. Si te respeto, debo respetar su estado físico, tu vida y tu integridad (no matar), las relaciones que le dan propósito y significado a tu vida (no cometerás adulterio), tus posesiones materiales (no robar) y tu buen nombre (no darás falso testimonio). Yo sugiero que todo lo que es esencial en las relaciones humanas está contenido en una u otra de estos cuatro títulos, por lo que si tengo un verdadero respeto por estos cuatro elementos, tengo ciertamente respeto por ti. Por otro lado, no puedo dejar de lado cualquiera de estos cuatro aspectos y seguir sosteniendo que te respeto.

En cada caso, además, lo mayor contiene lo menor. Por lo tanto, si no debo matar, además, no debo hacer daña. Si no debo hacer daño físicamente, no debo causar daño psicológico o moral o de cualquier otra manera. Si tengo que respetar la relación central del matrimonio en tu vida no cometiendo adulterio con tu cónyuge, además no debo perjudicar tu matrimonio de cualquier otra manera y respetar todas las demás relaciones que dan sentido a tu vida.

De este contexto de los cuatro mandamientos tomados juntos, se deduce que el mandamiento acerca del adulterio es el en el mejor  de los casos de manera indirecta algo relacionado a un pecado sexual. De lo que trata directamente es de dañar las relaciones. En otras palabras, sugiero que la fuerza del mandamiento relativo  al adulterio significa: "Es en las relaciones en general, en las relaciones familiares en particular, y de modo muy especial en la relación con un compañero de vida con quien hay un compromiso  que le dar un propósito especial, sentido, calidez y sentido a la vida humana.
 Así que si respetas genuinamente a otros, no le harás daño a sus relaciones de ninguna manera, y mucho menos por adulterio. "

En segundo lugar, Jesús presentó el principio de "Ama a tu prójimo" como a la base de todo en la vida cristiana.
 Esto significa que, como cualquier otro acto en la vida cristiana, un acto sexual debe estar basado en el deseo genuino de todo lo bueno para la otra persona y no simplemente en el interés propio.

Por lo tanto, sugiero que las cuestiones centrales relativas a la moralidad sexual son:

¿Vamos hacia una ética auténticamente cristiano si ponemos el mandamiento acerca de adulterio en el contexto de los tres que lo rodean, y basamos nuestras acciones sexuales en un profundo respeto por las relaciones que confieren sentido, propósito y dirección a la vida humana, y amamos a nuestro prójimo como nos gustaría que nuestro prójimo nos amara?

En este contexto, podemos preguntarnos si un acto sexual es moralmente correcto cuando, positivamente, que se basa en un amor genuino del prójimo, es decir, un deseo genuino de lo bueno para la otra persona, y no sólo en el interés propio, y, negativamente, cuando no contiene elementos perjudiciales tales como hacerle daño a una tercera persona, en cualquier forma de coacción o engaño, o en cualquier daño hecho a la capacidad del sexo para expresar el amor?

La pregunta de cuándo estas circunstancias puedan aplicar, y si puedan y en qué medida puedan aplicar fuera del matrimonio, ¿será una pregunta a debatir tanto por la comunidad de la iglesia y la comunidad en general, y para la decisión y para la responsabilidad ante Dios, ante otras personas y ante lo mas profundo de cada individuo?

Muchos podrían objetar que lo que he propuesto no da una regla clara y simple a la gente.
 Pero Dios nunca nos prometió que todo en la vida moral sería claro y sencillo. La moral no trata sólo de hacer las cosas bien, sino también tiene que ver con la lucha para saber qué es lo que hay que hacer. No se trata sólo de hacer lo que todo el mundo a mi alrededor está haciendo, sino que se trata de tomar una verdadera responsabilidad personal de todo lo que hago. Y se trata de ser profundamente sensible a las necesidades y vulnerabilidades de las personas con las que interactúo.

Creo que normalmente existe una posibilidad mucho mayor para que un acto sexual satisfaga los requisitos que he sugerido dentro de una relación permanente, como el matrimonio que por fuera de tal relación. Pero dudo poder concluir simplemente que: dentro del matrimonio todo es bueno, y fuera del matrimonio todo es malo. Las complejidades de la naturaleza humana y la turbulencia de la sexualidad no permiten respuestas tan simples.

TERCERA PARTE

Siempre y cuando este cambio (en la enseñanza relativa a los actos heterosexuales) se produzca, tendrá su efecto en la doctrina respecto a los actos homosexuales. Si aplicamos lo que acabo de decir acerca de los actos heterosexuales a los homosexuales, resultan varias cosas.

Negativamente, no podría aceptar dentro de los actos homosexuales, lo que me parece inaceptable en los actos heterosexuales, que "todo vale", o la moral que se puede basar en interés propio o en la concepción suicida implicada en la idea de "no perjudicar" a otra persona.
 Quisiera pedir que las personas homosexuales sean tan consciente como las heterosexuales que la facilidad respecto a pensamientos sobre el sexo puede llegar a distorsionarse y producir daño. Yo no podría aplaudir a un estilo de vida sexual deliberadamente transitoria de promiscuidad, como tampoco podría aplaudirla en heterosexuales, por que no puedo ver cómo se puede conciliar con todo lo que he dicho en este documento.

Positivamente, se concluiría que los actos sexuales, ya sea heterosexual u homosexuales, no lo son, de por sí solo, una ofensa a Dios.
 Significaría más bien que los actos sexuales son agradables a Dios cuando ayudan a las personas a construirse y a construir  relaciones, y desagradan a Dios cuando afecten a las personas y a las relaciones.

Como busco una ética específicamente cristiana, exigiría que siempre se basen sobre un verdadero amor o quieran el bien del otro y no busquen exclusivamente el interés propio o la auto-gratificación.

Si la doctrina de la Iglesia se fundamentara en las personas y en las relaciones más que en lo que considera "de acuerdo a la naturaleza" en el acto físico, el análisis de los actos homosexuales se haría de manera totalmente nueva y tendría que ser repensado desde el principio.

En resumen, si deseamos cambiar la enseñanza de la Iglesia sobre la homosexualidad, tenemos que trabajar para lograr un cambio en su doctrina relativa a todos los actos sexuales.

Escritura

No puedo, sin embargo, sólo dejar el asunto ahí, porque tengo que dar alguna consideración al otro factor masivo de lo que se dice en las Escrituras.

Sin duda, hay declaraciones en las Escrituras que condenan los actos homosexuales. Hay cinco en particular, dos en el Primer Testamento (Génesis 19 y Levítico 18:22) y tres en el Segundo Testamento (Romanos 1:26-27, ICorintios 6:9 y Timoteo 1:10). Si bien hay dificultades en la interpretación de los cinco, no pueden simplemente ser dejados de lado. Sería más allá tanto de mi competencia personal y del tiempo disponible para ver en detalle estos textos, pero yo puedo hablar de tres factores principales que he percibido.

El primero es que tenemos que ser muy cuidadosos con el lenguaje. El Primero Testamento Primera denomina a la homosexualidad una abominación, pero en ese Testamento la palabra se utiliza 138 veces y de muchas cosas diferentes. Si la homosexualidad es una abominación lo es comer camarones.7 Hay que tener cuidado de no decir que la homosexualidad es y siempre será una abominación, mientras que consumir camarón no lo es. En lugar de tomar la el significado de la palabra "abominación" de un diccionario de Inglés, hay que verlo como un término técnico en la ley del antiguo Israel que se deriva de las ideas relativas a lo que es ritualmente puro y lo impuro.

El segundo factor es que, en el momento en que estos documentos fueron escritos, no había la comprensión de la homosexualidad que poseemos hoy en día. Parece que se creía que todas las personas son de hecho heterosexuales. Los actos homosexuales se consideraban decisión deliberada por parte de personas heterosexuales. De acuerdo a los temores que puede despertar en los  heterosexuales la homosexualidad, es fácil entender por qué alguien como San Pablo no podía entender que las personas heterosexuales realizaran actos homosexuales, se sintiera incómodo con la idea y considerara estos actos "contra natura" y
los condenara.
 Todas las afirmaciones de las Escrituras en relación a los actos homosexuales deben ser leídas en este contexto de falta de comprensión de la homosexualidad. Si la homosexualidad estaba condenada, ¿qué es exactamente lo que estaba en la mentes de los escritores y se estaba condenado: Cualquier acción homosexual en sí misma, independientemente de todas las circunstancias, o el hecho de que una persona heterosexual realizara un acto homosexual?

El tercer elemento importante es que la Biblia es esencialmente la historia de una peregrinación, la peregrinación espiritual del pueblo de Israel.
 Como tal, tiene un comienzo, un centro y un final. Si Jesús representa el final del viaje, podemos ver su inicio en una persona como Lamec en el capítulo cuatro del Génesis, que exigió setenta veces siete venganza por cualquier injusticia cometida contra él. La Biblia sólo no contiene declaraciones perfectas de verdad eterna, sino también incluye cada etapa de esta peregrinación muy humana, incluso muchas palabras y acciones que definitivamente no debemos imitar. Declaraciones referentes a un tema como la homosexualidad deben verse dentro del contexto de esta peregrinación. Por ejemplo, la declaración sobre la homosexualidad en el Levítico 18:22 proviene de una ética de la pureza que Jesús más tarde rechazará, por lo que no puede ser vista como la palabra final de Dios sobre este tema.

También hay que señalar que, a pesar de que Pablo escribió después de Jesús, Jesús y no Pablo, es la meta de la peregrinación.
 Es legítimo para indagar de donde provienen las ideas de Pablo y si reflejan el pensamiento de Jesús o maneras de pensar anteriores.

Si estudiamos el matrimonio en la Biblia, encontramos una gran cantidad de material sobre la base de la idea de que la esposa es propiedad de su marido y nos encontramos con muchas
declaraciones denigrantes para la mujer.
 Es sólo cuando miramos con atención y cuidado que encontramos material que permite comprender de forma mucho más refinada y sublime el matrimonio. Entonces descubrimos que este material más sublime proviene de las tres áreas cruciales de la creación, el pacto y la redención, los conceptos claves de la Biblia. 

Podemos con toda seguridad tomar en cuenta este material superior, a pesar de tener que dejar de lado un cantidad importante de material biblico que refleja las ideas primitivas sobre la mujer como propiedad. Si podemos, seguramente, hacer esto en relación con el matrimonio, ¿no puede concluirse que al menos podemos tratar a la homosexualidad de una manera similar?

Hay una ética de la pureza en el Antiguo Testamento que, entre otras muchas cosas,
condena los actos homosexuales.
 Jesús más tarde rechazó esta ética pureza, pero
sigue teniendo su influencia en el mundo cristiano.
 Cuando la Iglesia a continuación
comenzó a tratar de la sexualidad en términos de actos naturales y no naturales, la ética de la pureza ejerció una influencia fuerte sobre su actitud hacia las relaciones homosexuales.
Mi impresión general es que, en lugar de elaborar cuidadosamente un pensamiento sobre la homosexualidad, la Iglesia sucumbió a la influencia del Primer Testamento, y no pudo entender la radicalidad de Jesús en respecto a las relaciones.

Estoy convencido de que ahora urge un nuevo análisis de todo lo relacionado con la sexualidad en un intento de descubrir y expresar un punto medio aceptable entre las enseñanzas mas antiguas de la iglesia y las concepciones populares modernas de Occidente. Estoy convencido de que cualquier estudio de este tipo, si se realiza con total honestidad e integridad, tendría una profunda influencia en la doctrina de la Iglesia acerca de todas las relaciones sexuales, tanto heterosexuales como homosexuales.

Notas

1 El documento papal más importante sobre la moral sexual del siglo pasado, la carta encíclica Humanae Vitae, expresó así el argumento: "Esta enseñanza, muchas veces establecidas por el Magisterio de la Iglesia, se basa en la conexión indisoluble, establecida por Dios
, y la cual ni los hombres ni las mujeres pueden romper por propia iniciativa, entre los dos significados del acto conyugal: el significado unitivo y el significado procreador hecho. En su íntima naturaleza, el acto conyugal, al unir a los esposos en el vínculo más profundo, también los coloca en la posición (idoneos facit) para generar una nueva vida, de acuerdo con las leyes inscritas en el ser mismo del hombre y de la mujer. Al proteger estos dos aspectos esenciales, la unitiva y la procreativa, el acto conyugal conserva de manera integral el sentido de amor mutuo y verdadero y su ordenación a la altísima vocación de los seres humanos a la paternidad ". El Papa Pablo VI, Encíclica Humanae vitae, 26 de julio de 1968, n º 12.

2 No.2357.

3 Lc.
 15:11-32

4 Véase Noldin-Schmitt, Summa Theologiae Moralis, Rauch Feliciani, Innsbruck, Vol. I 1960, Suplemento De Castitate, p.17, n º 2.
 El término técnico repite constantemente era mortale ex toto genere suo. El pecado de tener placer al pensar en el sexo fue llamado Morosa delectación.

5 Por ejemplo, Clemente VII (1592-1605) y Pablo V (1605-1621) dijo que aquellos que niegan esta enseñanza debe ser denunciados a la Inquisición.

6 En los últimos años ha habido una apelación a la antropología, pero no he visto una declaración clara de cómo la antropología exige que cada acto sexual incluya tanto la finalidad unitiva como la procreativa.

7 "Todo lo que en las aguas no tiene aletas y escamas es una abominación para ti."
 (Lev.11: 12)

domingo, 1 de abril de 2012

Otra teología es posible

Para situar mejor a Juan José Tamayo, compartimos la presentación, por su editorial, de su libro más reciente.

Buena lectura!

Ha llegado el momento de poner en práctica en la teología el lema de la Ilustración: “¡Atrévete a pensar!”

Religiones, teología, espiritualidad, ética y política. He aquí los temas que se tratan en este libro, que replantea y reformula los núcleos fundamentales de las religiones, y especialmente del cristianismo, en el horizonte del sentido, el respeto al misterio, la interculturalidad y el diálogo interreligioso, y en respuesta a los nuevos climas culturales y a los desafíos que plantea el nuevo siglo.

Otra teología es posible. ¡Y necesaria! Es el hilo conductor de este libro y la convicción profunda desde la que está escrito. Para ello, las religiones y sus respectivas teologías tienen que cambiar de rumbo, de lugar social y epistemológico, de metodología, en una palabra, de paradigma. Deben abandonar las seguridades dogmáticas y transitar por las tierras inexploradas de la complejidad y de la perplejidad, dejar de seguir por los caminos de la repetición cansina y abrir nuevas veredas al pensamiento teológico. Bajar de las altas cumbres donde descansan las verdades eternas e iniciar la búsqueda de la verdad en la historia, dejar  de dar respuestas del pasado a preguntas del presente y reubicarse en el nuevo escenario sociorreligioso, cultural y científico. Caminar al ritmo de la historia y avanzar por las veredas apenas roturadas de la interculturalidad, el feminismo, la alterglobalización, el diálogo interreligioso, el pensamiento crítico, la ética liberadora y la descolonización. Y compaginar tradición y creatividad, experiencia y reflexión, teoría y praxis, razón y compasión, fidelidad y transgresión. Está naciendo un nuevo paradigma teológico. Esta obra quiere contribuir, siquiera modestamente, a su desarrollo. 

Nacido en 1946 en Amusco (Palencia, España), Juan José Tamayo es doctor en teología por la Universidad Pontificia de Salamanca y doctor en filosofía por la Universidad Autónoma de Madrid. Dirige la Cátedra de Teología y Ciencias de las Religiones de la Universidad Carlos III de Madrid, es profesor de la Cátedra de Tres Religiones de la Universidad de Valencia y profesor invitado en diferentes universidades europeas y latinoamericanas. Es, asimismo, secretario general de la Asociación de Teólogos y Teólogas Juan XXIII, miembro de la Sociedad Española de Ciencias de las Religiones y miembro del Comité Internacional del Foro Mundial de Teología y Liberación. Colabora en numerosas revistas latinoamericanas y europeas con estudios sobre teología, ciencias sociales, ciencias de las religiones, etc., y ha publicado más de cincuenta libros, muchos de ellos traducidos a varios idiomas


TEOLOGIA CRISTIANA
“Me atrevería a decir que también la teología cristiana ha vivido un largo, casi interminable, sueño dogmático. Durante siglos estuvo instalada intelectual y vitalmente en un estado de inocencia, o, por emplear de nuevo el lenguaje kantiano, en una muy prolongada minoría de edad, entendida como «la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la guía de otro», de la que parecía no querer salir. Una minoría de edad que se producía en cuatro ámbitos: el social, el histórico, el étnico-cultural y el de género. Pero, poco a poco, ha ido desperezándose y despertando de dicho sueño, se ha tornado teología hermenéutica, ha entrado a formar parte del pensamiento crítico, se ha convertido ella misma en teoría crítica, ha salido de su «estado de inocencia» y ha iniciado una etapa de madurez caracterizada por una gran creatividad y un amplio pluralismo. Lentamente, pero con firmeza y decisión, va abriéndose a los nuevos horizontes que le permiten ensanchar su campo de reflexión, otrora demasiado endogámico”.

NUEVAS CORRIENTES
“Tres son las principales corrientes que han irrumpido en el nuevo panorama religioso y que expongo en este segundo recorrido: la teología de la liberación, la teología feminista y la teología del pluralismo religioso, las más creativas de la segunda mitad del siglo XX y las más prometedoras del siglo XXI”.


FUTURO
“El futuro de la humanidad ha de construirse no desde la imposición del pensamiento occidental, sino  en diálogo intercultural, interreligioso, interétnico e intercultural”

MERCADO
“La interpretación que la teología económica del mercado hace del cristianismo no parece la más acorde con el proyecto ético originario de Jesús de Nazaret. Para ser fiel a la ética de la liberación, la solidaridad y de la alteridad, el cristianismo puede potenciar un proceso alterglobalizador igualitario, alternativo al de la globalización neoliberal, que genera múltiples desigualdades”

LAS LEYES RELIGIOSAS
“Las religiones sitúan las leyes por encima de la libertad, la obediencia a los preceptos supuestamente divinos más allá de la conciencia. Incluso la vida se convierte en un valor relativo ante el valor absoluto de la ley religiosa. Su cumplimiento suele ser lo primero y se ubica por delante de la vida, hasta el punto de exigir a veces la entrega de la propia existencia por un bien mayor y el uso de la violencia contra los “enemigos” en nombre de Dios. El Dios de la vida en quien se cree obliga a los creyentes a matar. ¡Qué contradicción!”

 NUEVA TEOLOGÍA
“La teología del futuro no puede elaborarse desde una sola religión y una sola cultura. Debe hacerse con el concurso de las diferentes disciplinas, tradiciones religiosas y culturales”.

ESPIRITUALIDAD
“La espiritualidad es una dimensión fundamental del cristianismo. El espíritu significa dinamismo, vida, soplo, vitalidad y libertad. Entendido de este modo, el espíritu ha mantenido vivo el cristianismo durante las múltiples crisis por las que se ha visto obligado a pasar y ha evitado que la Iglesia cristiana se convirtiera en una institución sin espiritualidad. Los movimientos de renovación espiritual, muchos de ellos considerados herejes, han salvado a la Iglesia de confundirse con el poder y la han liberado de verse fagocitada por las fauces de los poderosos gracias a la espiritualidad”.

MAGIA
“El Wall Street Journal revelaba en el año 2000 que la espiritualidad movía en el mundo más de mil millones de dólares. Creo que se quedaba corto. Y para demostrarlo tenemos el mundo de la magia y de la superstición, en su versión religiosa y laica, que se ha apropiado de la espiritualidad y comercia con ella a precio de mercado, tras vaciarla des su dimensión vital profunda.  Se aprovecha de la debilidad psicológica y cultural de la gente y negocia con los sentimientos, que es lo más sagrado de las personas. Aumenta el número de adeptos a la «cultura de los horóscopos », que se ha convertido en una religión de gente crédula, carente de sentido crítico ante una continua publicidad engañosa. Aumenta, asimismo, la clientela en las consultas de videntes, cartomantes, magos, adivinos, etcétera. Una clientela de cualquier condición y edad en busca de mensajes optimistas que arrojen un rayo de esperanza en medio de una vida fragmentada o desgarrada por múltiples conflictos”.

NEOLIBERALISMO
“En la religión del mercado no hay lugar para la gratuidad, la compasión o el compartir. En cambio, se imponen la espiritualidad del consumo y el pago de la deuda, hasta el último céntimo. El neoliberalismo actúa como una religión monoteísta que profesa la fe en el dogma de la unicidad del mercado, como un sistema de creencias con su credo económico único cuyos artículos se encuentran en el «Consenso de Washington» con sus sacramentos, templos, sacrificios y clero, así como con su evangelio,
el de la competitividad”.

MUJER
“Las religiones están configuradas de una manera patriarcal. Y la espiritualidad institucional se corresponde con su carácter patriarcal y androcéntrico. El varón constituye el modelo de espiritualidad, de encuentro con Dios. Las mujeres son alejadas del mundo de lo sagrado y sometidas a la invisibilidad. Su lugar, en la tradición cristiana, es junto a la cruz, y su espiritualidad, la del sufrimiento redentor, imitando a Cristo, nunca participando en su gloria, en la resurrección, cuando fueron ellas las primeras testigos del Resucitado, las primeras creyentes en la Iglesia cristiana y las que difundieron el mensaje de Jesús de Nazaret con plena autenticidad más allá del mundo judío”.

IDENTIDAD
“En la actualidad predominan los discursos identitarios, que se elaboran en torno a una concepción cerrada de la propia identidad, ya sea ésta étnica, cultural o religiosa. Los discursos identitarios, con frecuencia presentes en las cúpulas de las religiones y de la política, dan lugar a una espiritualidad uniforme, cerrada sobre sí misma, sin comunicación con otras espiritualidades y experiencias, con clara intención apologética de la propia espiritualidad y condenatoria de otras espiritualidades”.

INSTITUCIÓN RELIGIOSA
“Las religiones tienden a preservar las instituciones de cualquier amenaza externa e interna y a blindarlas frente a toda crítica. De esa manera creen asegurar mejor su estabilidad y garantizar su supervivencia. Sin embargo, suelen olvidarse del mensaje originario, del espíritu de sus fundadores y del contexto en que surgieron. ¿Cuál es el resultado? Una espiritualidad con poder –en algunas religiones, en competencia con el poder político, económico y militar, y en otras en clara alianza con dichos poderes–, pero sin Espíritu, con disciplina rígida pero sin dinamismo, con autoridad pero sin libertad, con robustez institucional pero sin profecía”.

DIVERSIDAD
“La diversidad cultural y religiosa de nuestro mundo y de nuestras sociedades requiere replantear, reformular y revivir la espiritualidad dentro de un nuevo paradigma que se propone a continuación en torno a las siguientes claves: interidentidad, interespiritualidad, interliberación y espiritualidad feminista, espiritualidad antiimperial, espiritualidad vivida en el mundo de la marginación y espiritualidad compartida con las personas no creyentes”.
  
Eulalia Tort
Prensa Herder Editorial