Como Católicas por
el Derecho a Decidir manifestamos nuestro total desacuerdo ante las
declaraciones del ministro de justicia Alberto Ruiz Gallardón con el anuncio de
que la malformación fetal dejará de ser un supuesto para abortar.
Nos oponemos a que
se modifique la Ley de salud sexual y reproductiva, atentando contra la
dignidad, la salud y la vida de las mujeres embarazadas, y mas allá de todas
las mujeres.
Como Católicas defendemos la dignidad de las personas: un gobierno para el cual la defensa de los Derechos Humanos es el
fundamento de su ética gubernamental no puede obligar a una mujer-ciudadana a
traer al mundo a una criatura cuya maternidad ella no se siente capaz de
asumir. Pero ese mismo gobierno sí se siente obligado de crear las condiciones
legales y materiales para que toda mujer embarazada tenga la garantía de que
recibirá todo el apoyo social y se le prestarán todos los servicios públicos
que requerirá, ante todo en los sectores de acceso a la salud, a la educación,
a la vivienda, para poder optar libremente y con alegría por la maternidad.
Como Católicas defendemos la salud de las personas: un gobierno que quiere estar a la altura de los estándares de la
comunidad internacional negociados en el marco de las Naciones Unidas,
considera que la salud es un estado de completo bienestar físico, mental y
social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades, como esta
plasmado en la constitución de la Organización Mundial de la Salud. Obligar a
una mujer a ser madre afecta su salud mental, afecta su salud física y afecta
su salud social. Exigimos por lo tanto que en vez de modificar la Ley de salud
sexual y reproductiva, el gobierno vele por su plena implementación,
garantizando educación sexual, acceso a todos los medios anticonceptivos y de
profilaxis contra las enfermedades de transmisión sexual así como la prestación
gratuita de todos los servicios relacionados con la salud reproductiva.
Como Católicas defendemos la vida. En nuestra tradición religiosa lo que entendemos por la vida va mucho mas
allá de la mera existencia biológica; empieza con esta pero la transciende
incluyendo todo aquello que le permite a una persona humanizarse plenamente. Es
por esta razón que rechazamos determinadamente que autoridad humana alguna – ni
el Estado ni la jerarquía eclesial - obligue a una mujer a ser madre.
Defendemos su derecho a decidir ella sola sobre el momento y las condiciones en
las cuales ella acepta o no ser madre. Defendemos su derecho a no tener que
poner su vida en riesgo por un aborto inseguro realizado en la clandestinidad
porque unas leyes injustas la quieren forzar a ser madre en contra de su
voluntad.
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