28
de septiembre de 2014
Querido papa Francisco:
Como Red Latinoamericana de Católicas por el
Derecho a Decidir le escribimos con cariño, confianza y agradecimiento por la
cercanía que hemos sentido en sus palabras y gestos que han recogido el mensaje
amoroso y ético de nuestro querido Jesús de Nazaret.
Le agradecemos que nos recuerde que
nuestra Iglesia debe acompañar con paciencia porque las personas nos vamos
construyendo día a día; que el confesionario es el lugar de la misericordia de
Dios; que nuestra Iglesia ha de ser una
casa abierta en la que participen todas las personas, y que la Eucaristía “no
es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio y alimento para los
débiles”.[1]
Sus
exhortaciones han calado hondo en nuestros corazones porque somos creyentes
feministas comprometidas con la vida y la salud de las mujeres, con la búsqueda
de la justicia social y la defensa de los derechos humanos, particularmente los sexuales y reproductivos, incluido el acceso al aborto legal y seguro.
En nuestro caminar hemos
aprendido que la maternidad es una elección libre, no una imposición ni un
destino obligado. Es una elección amorosa y responsable que requiere de cada
mujer deseo, compromiso y trabajo, y de cada sociedad demanda una renovación
cultural y jurídica para que podamos ejercer el derecho a decidir si queremos
ser madres, si continuamos o interrumpimos un embarazo no deseado. Igualmente,
hemos confirmado que Dios está siempre con nosotras en cualquier circunstancia
y que en momentos difíciles de nuestras vidas ha sido presencia amorosa,
compañía, amistad, diálogo interior, comprensión, respeto, apoyo, libertad,
oración, deseo, bondad y elección.
Estamos seguras de que el
lugar de la Iglesia es allí donde acontecen los dilemas y los sufrimientos
humanos, particularmente junto a las mujeres que se encuentran en extrema
necesidad, que por razones profundas abortan y necesitan comprensión y
misericordia. Como lo hemos sostenido siempre, nadie aborta con alegría en su
corazón ni con la fría intención de dañar una vida en ciernes.
Hemos comprendido que la
inflexibilidad rompe la cercanía entre las personas, es inhumana y causa
muchísimo sufrimiento; que lo primordial en nuestra comunidad de fe es el
mensaje de Jesús, y que las enseñanzas evangélicas son como cartas de
misericordia, de comprensión, de ánimo, de alivio y nos recuerdan que lo
esencial no es seguir normas rígidas sino mostrar compasión, obrar con justicia
y actuar amorosamente. Ciertamente “necesitamos directrices morales y
principios de orientación, pero las personas concretas necesitamos ser
comprendidas con nuestros problemas, sufrimientos y contradicciones”.[2]
Por todo lo expuesto le
solicitamos, junto con muchísimas católicas y católicos, que analice las
siguientes consideraciones:
·
Nuestra
Iglesia necesita una mayor sensibilidad humana y vivir un espíritu de
compresión, consuelo y misericordia ante los millones de mujeres que han
abortado o lo están haciendo con enorme dolor, pero convencidas de que es su
mejor decisión en sus circunstancias concretas.
·
La
despenalización y legalización del aborto no significa bondad, una concesión ni
una defensa incondicional de la interrupción de un embarazo no deseado, sino
apenas la posibilidad de ofrecer condiciones humanas a una práctica que cuando se
realiza en la ilegalidad pone en riesgo la salud y la vida de muchas mujeres y
niñas, especialmente de las más pobres.
·
La
interrupción voluntaria e informada de un embarazo puede justificarse por
diversas razones: extrema pobreza o desnutrición, salvar la vida de la mujer o
evitar un grave riesgo a su salud; también para impedir daños mayores a quienes
han sido víctimas de violación, en particular niñas y adolescentes que además
están expuestas a embarazos de alto
riesgo por su edad. Desde nuestra perspectiva,
la justificación más importante, es la autoridad moral que tienen las mujeres
para tomar esta decisión de acuerdo con los dictados de su conciencia.
·
En
consecuencia, es preciso cambiar, por razones humanistas y cristianas, la
postura oficial de nuestra Iglesia respecto al aborto, porque está poniendo en
riesgo la vida y la salud de mujeres y niñas embarazadas. Reformemos nuestra actitud pastoral para retomar
lo que ya está en nuestros cánones y difundámoslos, puesto que consideran las circunstancias en las
cuales quienes han abortado no están sujetas a la pena de excomunión.
·
Dado
que los Estados deben atender las necesidades de una ciudadanía crecientemente
diversa y plural, nuestra Iglesia tiene que dejar de influir en legislaciones y
políticas públicas basadas en evidencia científica para respetar los derechos
de todas las mujeres, creyentes y no creyentes.
¿Cómo reducir el sufrimiento? ¿Por qué no
puede ser un argumento decisivo interrumpir un embarazo si ese embarazo
significa una catástrofe para una mujer? ¿Cómo resolvemos la contradicción de
nuestra institución al negar el uso de los métodos anticonceptivos modernos que
evitan embarazos no deseados y a la vez oponerse al aborto? ¿Cómo retoma
nuestra Iglesia las reflexiones teológicas y pastorales que desvinculan la
sexualidad de la procreación, las mujeres de la maternidad, el cuerpo de la
maldad…?
Querido papa Francisco:
somos conscientes de que estos temas son sumamente complejos y difíciles, sobre
todo en un continente con tanta pobreza, discriminación y desigualdad. Por ello
le invitamos a que nos reunamos para conocernos, dialogar y encontrar
hospitalidad mutua, reconociendo que es posible poner un mantel sobre la mesa
del corazón para propiciar, con la ayuda de Dios, que estalle el bien en la
vida de tantas mujeres latinoamericanas.
Sororalmente,
Integrantes de la Red
Latinoamericana de Católicas por el Derecho a Decidir
(Argentina, Brasil, Bolivia,
Colombia, Chile, Ecuador, El Salvador, España, México, Nicaragua, Paraguay,
Perú)
Responsable de la publicación:
María Consuelo Mejía
[1] Francisco, Exhortación Apostólica Evangelii
Gaudium, números 16, 39, 44 y 47.
http://w2.vatican.va/content/dam/francesco/pdf/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20131124_evangelii-gaudium_sp.pdf
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