jueves, 5 de agosto de 2010

El pluralismo teológico en la Iglesia católica: Las mujeres como agentes morales

Compartimos la charla que dio nuestra presidenta Mar Grandal en el marco del Curso de Verano de la Universidad Carlos III en El Escorial en el pasado mes de Julio 2010, Curso de Verano sobre el Puralismo en la Iglesia.

Gracias por haber sido invitada a participar en esta mesa redonda organizada en el marco de los cursos de verano de este año.

Estoy particularmente contenta de que se nos invite a participar a las Católicas como ejemplo controvertido del pluralismo dentro de nuestra Iglesia. Pues como es bien sabido, las Católicas por el Derecho a Decidir defendemos posiciones de la doctrina católica, que a pesar de ser tradición católica genuina y legitima, bien a menudo se desconocen o se consideran escandalosas por algunos sectores del ultra-conservadurismo dentro de nuestra Iglesia y se nos “excluye” de la Iglesia, alegando que no somos católicas.

Pues sí que lo somos. Las Católicas por el Derecho a Decidir de España somos un movimiento autónomo de personas católicas, comprometidas con la búsqueda de justicia social y el cambio de patrones culturales y religiosos vigentes en nuestra sociedad. Promovemos los derechos de las mujeres, especialmente los que hacen referencia a la sexualidad y a la reproducción humanas. Luchamos por la equidad en las relaciones de género y por la ciudadanía de las mujeres tanto en la sociedad como en el interior de las iglesias.

Ser católica implica primero que todo haber recibido el bautismo. Una vez que una persona ha recibido el bautismo es católica y no hay poder en el mundo que pueda quitarle esta derecho a ser miembro del Cuerpo de Cristo. Se puede, bajo circunstancias muy estrictas, codificadas detalladamente por el derecho canónico, se puede quizá excomulgar a alguna católica por el derecho a decidir, así como a cualquier otro miembro de esta comunidad de fe, pero la excomunión no significa que la persona deje de ser católica.

Para ser católica se necesita en seguida creer en lo que constituye nuestra fe y que es lo que dice el Credo. Ahora bien, lo que dice el Credo está sujeto a la interpretación de la teología. Y aquí es donde los espíritus se dividen y nace el pluralismo.

Pues a lo largo de a historia la teología ha ido desarrollando la recepción de la revelación divina teniendo en cuenta los signos de los tiempos, tales y como van surgiendo. Pues la revelación no es algo que ya terminó, sino que sigue ocurriendo, Dios nos sigue hablando hoy a través de las Sagradas Escrituras y de muchas otras cosas, como los signos de los tiempos.

Y así resulta que una de las tres características de nuestros tiempos, como lo dijo el Papa Juan XXIII en su encíclica Pacem in Terris de 1963 es el nuevo rol social de la mujer, que requiere una revisión de las concepciones que se tenían de ella. Dice el Papa:

"La mujer ha adquirido una conciencia cada día más clara de su propia dignidad humana. Por ello no tolera que se la trate como una cosa inanimada o un mero instrumento; exige, por el contrario, que, tanto en el ámbito de la vida doméstica como en el de la vida pública, se le reconozcan los derechos y obligaciones propios de la persona humana".

Ahora bien, Católicas por el Derecho a Decidir se funda e inspira en la teología feminista y la promueve. Pues la teología feminista busca comprender qué es lo que la revelación nos está diciendo hoy acerca de la mujer como hija de Dios. Intenta deconstruir una recepción que se fue tejiendo de esta revelación a lo largo de los siglos debido a que la sociedad estuvo ordenada según patrones patriarcales.

Se trata de una búsqueda, de ir levantando el velo cultural que recubría hasta la fecha el mensaje liberador y redentor de nuestras Sagradas Escrituras para demostrar que es necesario releerlas con ojos de mujer y descifrar lo que esta revelación nos está diciendo hoy.

Encontramos muchas cosas, entre las cuales los siguientes puntos nos parecen fundamentales para nuestro trabajo.

Encontramos que las mujeres son al igual que los varones hijas de Dios. (Gal 3,28)1. Como ellos fueron dotadas de una conciencia que les permite ser agentes morales 2. Que les permite decidir en cuestiones morales obedeciendo esa conciencia, aun cuando la decisión que tomen sea contraria a la posición de la máxima autoridad eclesial. Debemos respetar al Magisterio de la Iglesia y tener en cuenta sus enseñanzas, pero la autoridad determinante para decidir es la conciencia individual 3.

Encontramos además que hay otros principios doctrinales importantes para las mujeres como lo son el principio de recepción o el sensus fidelium que indica que el Espíritu Santo habita también el laicado y le infunde su gracia permitiéndole ser participe en la revelación y en la formación de la doctrina. Para que una enseñanza proclamada por la jerarquía sea realmente “católica” tiene que ser recibida por la feligresía. Ahora, si miramos la posición de la Iglesia frente al aborto, constatamos que fue evolucionando a través de la historia. Y basta con consultar las encuestas que se realizaron el año pasado aquí en España cuando se reformo la Ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo para constatar que 64 % de quienes van regularmente a misa estaba de acuerdo con la reforma.

El aborto siempre ha sido considerado un pecado grave pero no siempre por los mismos motivos. Hasta el siglo XVII prevaleció la teoría de que el aborto era un pecado contra el sexto mandamiento “no fornicar” pues como la única razón para tener sexo era la voluntad de procrear, al abortar el acto sexual que había resultado en un embarazo se convertía en ilícito. Hoy se ha opacado mucho este motivo, para dar paso a la concepción ontológica que dice que el aborto es un pecado contra el 5º. mandamiento. Aunque no haya desaparecido totalmente la concepción llamada de la “perversidad del acto sexual”. Esta concepción es la que se refleja en el hecho de que la jerarquía insista en que un acto sexual “no abierto a la vida” es pecado. Es decir al prohibir que las parejas se esfuercen por evitar que un acto sexual sea fecundo. Para la jerarquía abortar es pecado contra el quinto mandamiento y evitar el embarazo no deseado precisamente por no querer pecar contra el quinto mandamiento, resulta ser un pecado contra el sexto mandamiento, a menos de optar por la abstinencia sexual.

No hay dentro de la Iglesia unanimidad frente a la problemática sumamente compleja del aborto. La misma Congregación para la Doctrina y la Fe declaró en 1974 que no podía saber cuál era el momento en que el embrión se convertía en persona, por lo cual no quedaba definido a partir de qué momento destruir la vida del nasciturus podía ser equiparado a la destrucción de la vida de una persona nacida, acto que la Iglesia considera muy grave pero justificable bajo determinadas condiciones, por ejemplo en el caso de la guerra.

Por todas estas razones no hay unanimidad teológica dentro de la Iglesia frente al fenómeno del aborto. Y surge aquí el concepto del probabilismo. El probabilismo nos enseña que mientras no haya unanimidad y existan opiniones serias de teólogos que contradigan la posición mayoritaria, no tenemos la obligación de someternos a esta.

Pienso que para este curso de verano sobre el pluralismo dentro de la Iglesia, este concepto de probabilismo tiene una importancia particular, pues por un lado atesta la existencia de posiciones teológicas divergentes y quizá hasta opuestas dentro de la Iglesia y al mismo tiempo legitima esta diversidad y el pluralismo resultante.

Y para terminar quisiera recordar que siempre ha existido el pluralismo dentro de la Iglesia. La primera manifestación fue probablemente la discusión que se desató entre San Pablo y San Pedro cuando el primero le fue a echarle en cara a San Pedro su ortodoxia judía abogando por que la Iglesia no fuera uniforme sino unida y además también universal.

Somos herederas y herederos de esta tradición. Y como tales tenemos la responsabilidad de conservar esta tradición para transmitirla a generaciones futuras. Pero eso no quiere decir que debamos momificar lo que recibimos, que es una tradición viva, sino que tenemos que mantenerla viva, habitándola, para que llegue viva a quienes nos seguirán. Y así como cuando nos han legado nuestros ancestros una casa que queremos conservar para dejársela en legado a nuestros hijos, no la mantendremos intacta y momificada entre una bola de cristal sino que conservando lo esencial y característico de sus estructuras, la remodelaremos respetuosamente para modernizarla y volverla apta para la vida de hoy, poniéndole agua corriente, luz eléctrica, Internet etc… Así viviremos en ella con agrado y comodidad según las necesidades de nuestra época histórica, disfrutando esa patina inimitable que tienen las cosas que han sido impregnadas por el paso del tiempo y la vida que llevaron en ella generaciones pasadas.
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1 En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
2 Catecismo de la Iglesia catolica, Nr. 1795 “La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella” Concilio Vaticano Gaudium et Spes GS 16).
3 CIC Nr. 1800 El ser humano debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia.

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