martes, 10 de agosto de 2010

En defensa del derecho de autodeterminación de la madre

Una aclaración de una monja feminista sobre el aborto, publicada por el Diario de Los Andes

Agosto 8, 2010

La religiosa benedictina Teresa Forcades, española, catalana, mantiene una posición contraria a la de El Vaticano, cuando expresa que la decisión de abortar es indisociable de la autodeterminación de la madre. Ella es una mujer animada por una vivencia espiritual fuerte, por un espíritu humanitario y democrático, que intenta difundir tanto en la sociedad, en especial en el campo de la salud, como dentro de la Iglesia, apoyando una postura feminista cristiana.

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Teresa Forcades *

El 16 de mayo 2009, el programa Singulares de TV3 (España) emitió una entrevista sobre temas diversos, en el transcurso de la cual el periodista me pidió la opinión como médica y como teóloga sobre la píldora del día siguiente y sobre el aborto.

A raíz de las respuestas que di a estas dos preguntas, algunas personas me han criticado públicamente poniendo en cuestión mi fidelidad a la iglesia y a su legítimo magisterio. Personas de buena voluntad que se toman en serio tanto el tema de la libertad de expresión y de pensamiento en la iglesia, como el tema del aborto, me han hecho llegar su perplejidad ante estas críticas.

Incluso mi abadesa recibió una carta del cardenal Rodé, prefecto de la Congregación para los Religiosos, que pide que manifieste públicamente mi adhesión a los principios doctrinales de la iglesia, lo que me dispongo a continuación a hacer, al tiempo que aclaro, con más precisión de lo que permite una entrevista televisiva, cuál es mi postura con respecto a este tema.
La duda razonable es válida

La iglesia católica, a diferencia de otras iglesias cristianas, tiene una función magisterial la cabeza de la cual es el papa, encargada de velar por la autenticidad de las interpretaciones y las aplicaciones del mensaje evangélico. Esta función magisterial, debe ser respetada por todos los bautizados católicos y de manera especial por todos los teólogos católicos, pero este respeto no excluye la manifestación pública de hipótesis razonables que puedan hacer avanzar el magisterio eclesial según la voluntad de Dios.

A lo largo de la historia del Magisterio católico, la importancia de la teología desde abajo se ha manifestado en varias ocasiones, en especial en cuanto a los dogmas marianos.

Ningún católico-sea o no teólogo-debe tener miedo de expresar públicamente dudas razonables en relación a un asunto doctrinal, con la paz y la libertad propia de los hijos de Dios, como quien se siente y se sabe en familia, sin temer ser denunciado o descalificado.

Manifestar la propia duda en forma prudente y razonable es una muestra de fidelidad y de confianza. Es también una muestra de humildad y es tomar en serio la propia pertenencia eclesial y la co-responsabilidad que ésta conlleva. Expondré a continuación cuál es mi duda en cuanto al tema de la píldora del día siguiente y del aborto.

Mi duda no tiene nada que ver con el principio de defensa de la vida como don de Dios. Con este principio estoy plenamente de acuerdo: la santidad de la vida como don de Dios debe ser respetada desde la concepción hasta la muerte natural (Benedicto XVI). Mi duda es si puede ser lícito, según la ética católica, violar el derecho de autodeterminación de la madre para salvar la vida del hijo.
La madre y el derecho a decidir

El derecho a la autodeterminación es un derecho fundamental que protege la dignidad de la persona humana y prohibe, bajo cualquier circunstancia y en forma absoluta, que esa persona pueda ser utilizada como objeto, como un medio para conseguir un bien, aunque este bien sea salvar la vida de otra persona e, incluso, de la humanidad entera.

El derecho a la autodeterminación es tan sustancial y tan absoluto como el derecho a la Vida, de hecho, el derecho a la autodeterminación es el derecho a la vida espiritual: es lo que hace que la vida de las personas sea reconocida como algo más que vida biológica.

Nadie, ni el Estado ni la Iglesia, tiene el derecho de violarlo en ninguna circunstancia. Tampoco tiene nadie, ni el Estado ni la Iglesia, ni la madre, en ninguna circunstancia, violar el derecho a la vida biológica del feto.
Un conflicto y sus precisiones fundamentales

El derecho al aborto no existe. Lo que existe es un conflicto de dos derechos fundamentales: el derecho de autodeterminación de la madre por un lado, y el derecho a la vida del feto por otro.

Tres precisiones respecto a lo que acabo de decir:

1. En relación al derecho de autodeterminación:

Según la antropología teológica cristiana, el derecho de autodeterminación no implica que las personas nos encontramos en una situación neutra entre el Bien y el mal, tampoco implica que el Bien se pueda identificar con lo que se decide sin coacción externa; para el cristiano, el Bien se identifica, en última instancia, con Dios y con su voluntad de amor sobre cada persona; el derecho de autodeterminación no es nada más-ni nada menos-que la posibilidad de decir Sí a Dios sin que éste Sí sea vacío de contenido, la libertad humana no se puede identificar con el derecho de autodeterminación porque sólo somos libres en la medida que decimos Sí a Dios y a su proyecto de amor.

Los puntos 8 y 9 de la Declaración sobre el aborto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (1974) afirman el derecho a la autodeterminación así concebido y enfatizan, en particular, que la persona humana no se puede tratar nunca como un medio para conseguir un bien, por más elevado que este sea.

2. En relación a la validez del planteamiento del tema del aborto como un conflicto de derechos, este es el planteamiento que hace el moralista especializado en bioética Johannes Reiter, miembro de la Comisión Teológica Internacional, nombrado por Juan Pablo II en el año 2004, y confirmado en el cargo por Benedicto XVI en el año 2009 (cf. Reiter J, Keller R, ed.: Herausforderung Schwangerschaftsabbruch. Friburgo 1992, pp. 74-75) después de plantear el tema del aborto como un conflicto de derechos, el profesor Reiter concluye que el derecho a la vida tiene siempre preeminencia sobre el derecho a la autodeterminación.

3. ¿En qué sentido se puede considerar problemática la preeminencia del derecho a la vida sobre el derecho a la autodeterminación? Esta preeminencia no puede considerarse problemática en el sentido de cuál es la voluntad de Dios (Dios quiere que usemos nuestra libertad en bien de la Vida) sino sólo en el sentido de si es una preeminencia que pueda ser impuesta desde afuera.

Para ilustrar el conflicto entre el derecho a la Vida y el derecho a la autodeterminación podemos tomar como ejemplo el caso del trasplante de riñón:

Hay cientos de miles de personas en el mundo (más de 75.000 sólo en los EEUU, de las cuales más de 3.000 mueren cada año) cuya vida podría ser salvada por medio de un transplante renal.

¿Por qué no aprobar una Ley que obligue a las personas que tengan riñones compatibles a cederlo a estos enfermos para salvarles la vida? El Estado podría aprobar una tal Ley. La iglesia católica podría excomulgar a los donantes potenciales que rechazaran someterse a extirpación, así como a todas las personas que les apoyaran en aras de un supuesto derecho de autodeterminación o de posesión del propio cuerpo que atentaría directamente contra el derecho a la vida de un enfermo inocente.

Hay que tener en cuenta que, hoy en día, la extirpación del riñón del donante se puede hacer por laparoscopia con lo que la cicatriz que deja es mucho menor que la cicatriz de una episiotomía, y hay que tener en cuenta también, que está demostrado que vivir con un solo riñón no acorta la esperanza de vida del donante. Si Dios les ha dado un riñón compatible que ellos no necesitan y que puede salvar directamente una vida inocente ¿en qué principio se puede basar la ética católica para considerar lícito su rechazo a salvar una vida? Si existe un principio ético que legitime este rechazo ¿por qué no es aplicable este principio en el caso de la mujer embarazada, especialmente si la vida de la madre corre peligro o si el embarazo ha sido fruto de una violación?

Mi conciencia me hace plantear esta duda con confianza y con toda honestidad. Mi fe me hace dejar constancia de mi obediencia al Magisterio actual.

*Publicado en catalán bajo el título Un aclariment sobre l’avortament. Revista Foc Nou. Nº424. Octubre 2009. Barcelona España.

jueves, 5 de agosto de 2010

El pluralismo teológico en la Iglesia católica: Las mujeres como agentes morales

Compartimos la charla que dio nuestra presidenta Mar Grandal en el marco del Curso de Verano de la Universidad Carlos III en El Escorial en el pasado mes de Julio 2010, Curso de Verano sobre el Puralismo en la Iglesia.

Gracias por haber sido invitada a participar en esta mesa redonda organizada en el marco de los cursos de verano de este año.

Estoy particularmente contenta de que se nos invite a participar a las Católicas como ejemplo controvertido del pluralismo dentro de nuestra Iglesia. Pues como es bien sabido, las Católicas por el Derecho a Decidir defendemos posiciones de la doctrina católica, que a pesar de ser tradición católica genuina y legitima, bien a menudo se desconocen o se consideran escandalosas por algunos sectores del ultra-conservadurismo dentro de nuestra Iglesia y se nos “excluye” de la Iglesia, alegando que no somos católicas.

Pues sí que lo somos. Las Católicas por el Derecho a Decidir de España somos un movimiento autónomo de personas católicas, comprometidas con la búsqueda de justicia social y el cambio de patrones culturales y religiosos vigentes en nuestra sociedad. Promovemos los derechos de las mujeres, especialmente los que hacen referencia a la sexualidad y a la reproducción humanas. Luchamos por la equidad en las relaciones de género y por la ciudadanía de las mujeres tanto en la sociedad como en el interior de las iglesias.

Ser católica implica primero que todo haber recibido el bautismo. Una vez que una persona ha recibido el bautismo es católica y no hay poder en el mundo que pueda quitarle esta derecho a ser miembro del Cuerpo de Cristo. Se puede, bajo circunstancias muy estrictas, codificadas detalladamente por el derecho canónico, se puede quizá excomulgar a alguna católica por el derecho a decidir, así como a cualquier otro miembro de esta comunidad de fe, pero la excomunión no significa que la persona deje de ser católica.

Para ser católica se necesita en seguida creer en lo que constituye nuestra fe y que es lo que dice el Credo. Ahora bien, lo que dice el Credo está sujeto a la interpretación de la teología. Y aquí es donde los espíritus se dividen y nace el pluralismo.

Pues a lo largo de a historia la teología ha ido desarrollando la recepción de la revelación divina teniendo en cuenta los signos de los tiempos, tales y como van surgiendo. Pues la revelación no es algo que ya terminó, sino que sigue ocurriendo, Dios nos sigue hablando hoy a través de las Sagradas Escrituras y de muchas otras cosas, como los signos de los tiempos.

Y así resulta que una de las tres características de nuestros tiempos, como lo dijo el Papa Juan XXIII en su encíclica Pacem in Terris de 1963 es el nuevo rol social de la mujer, que requiere una revisión de las concepciones que se tenían de ella. Dice el Papa:

"La mujer ha adquirido una conciencia cada día más clara de su propia dignidad humana. Por ello no tolera que se la trate como una cosa inanimada o un mero instrumento; exige, por el contrario, que, tanto en el ámbito de la vida doméstica como en el de la vida pública, se le reconozcan los derechos y obligaciones propios de la persona humana".

Ahora bien, Católicas por el Derecho a Decidir se funda e inspira en la teología feminista y la promueve. Pues la teología feminista busca comprender qué es lo que la revelación nos está diciendo hoy acerca de la mujer como hija de Dios. Intenta deconstruir una recepción que se fue tejiendo de esta revelación a lo largo de los siglos debido a que la sociedad estuvo ordenada según patrones patriarcales.

Se trata de una búsqueda, de ir levantando el velo cultural que recubría hasta la fecha el mensaje liberador y redentor de nuestras Sagradas Escrituras para demostrar que es necesario releerlas con ojos de mujer y descifrar lo que esta revelación nos está diciendo hoy.

Encontramos muchas cosas, entre las cuales los siguientes puntos nos parecen fundamentales para nuestro trabajo.

Encontramos que las mujeres son al igual que los varones hijas de Dios. (Gal 3,28)1. Como ellos fueron dotadas de una conciencia que les permite ser agentes morales 2. Que les permite decidir en cuestiones morales obedeciendo esa conciencia, aun cuando la decisión que tomen sea contraria a la posición de la máxima autoridad eclesial. Debemos respetar al Magisterio de la Iglesia y tener en cuenta sus enseñanzas, pero la autoridad determinante para decidir es la conciencia individual 3.

Encontramos además que hay otros principios doctrinales importantes para las mujeres como lo son el principio de recepción o el sensus fidelium que indica que el Espíritu Santo habita también el laicado y le infunde su gracia permitiéndole ser participe en la revelación y en la formación de la doctrina. Para que una enseñanza proclamada por la jerarquía sea realmente “católica” tiene que ser recibida por la feligresía. Ahora, si miramos la posición de la Iglesia frente al aborto, constatamos que fue evolucionando a través de la historia. Y basta con consultar las encuestas que se realizaron el año pasado aquí en España cuando se reformo la Ley de la Interrupción Voluntaria del Embarazo para constatar que 64 % de quienes van regularmente a misa estaba de acuerdo con la reforma.

El aborto siempre ha sido considerado un pecado grave pero no siempre por los mismos motivos. Hasta el siglo XVII prevaleció la teoría de que el aborto era un pecado contra el sexto mandamiento “no fornicar” pues como la única razón para tener sexo era la voluntad de procrear, al abortar el acto sexual que había resultado en un embarazo se convertía en ilícito. Hoy se ha opacado mucho este motivo, para dar paso a la concepción ontológica que dice que el aborto es un pecado contra el 5º. mandamiento. Aunque no haya desaparecido totalmente la concepción llamada de la “perversidad del acto sexual”. Esta concepción es la que se refleja en el hecho de que la jerarquía insista en que un acto sexual “no abierto a la vida” es pecado. Es decir al prohibir que las parejas se esfuercen por evitar que un acto sexual sea fecundo. Para la jerarquía abortar es pecado contra el quinto mandamiento y evitar el embarazo no deseado precisamente por no querer pecar contra el quinto mandamiento, resulta ser un pecado contra el sexto mandamiento, a menos de optar por la abstinencia sexual.

No hay dentro de la Iglesia unanimidad frente a la problemática sumamente compleja del aborto. La misma Congregación para la Doctrina y la Fe declaró en 1974 que no podía saber cuál era el momento en que el embrión se convertía en persona, por lo cual no quedaba definido a partir de qué momento destruir la vida del nasciturus podía ser equiparado a la destrucción de la vida de una persona nacida, acto que la Iglesia considera muy grave pero justificable bajo determinadas condiciones, por ejemplo en el caso de la guerra.

Por todas estas razones no hay unanimidad teológica dentro de la Iglesia frente al fenómeno del aborto. Y surge aquí el concepto del probabilismo. El probabilismo nos enseña que mientras no haya unanimidad y existan opiniones serias de teólogos que contradigan la posición mayoritaria, no tenemos la obligación de someternos a esta.

Pienso que para este curso de verano sobre el pluralismo dentro de la Iglesia, este concepto de probabilismo tiene una importancia particular, pues por un lado atesta la existencia de posiciones teológicas divergentes y quizá hasta opuestas dentro de la Iglesia y al mismo tiempo legitima esta diversidad y el pluralismo resultante.

Y para terminar quisiera recordar que siempre ha existido el pluralismo dentro de la Iglesia. La primera manifestación fue probablemente la discusión que se desató entre San Pablo y San Pedro cuando el primero le fue a echarle en cara a San Pedro su ortodoxia judía abogando por que la Iglesia no fuera uniforme sino unida y además también universal.

Somos herederas y herederos de esta tradición. Y como tales tenemos la responsabilidad de conservar esta tradición para transmitirla a generaciones futuras. Pero eso no quiere decir que debamos momificar lo que recibimos, que es una tradición viva, sino que tenemos que mantenerla viva, habitándola, para que llegue viva a quienes nos seguirán. Y así como cuando nos han legado nuestros ancestros una casa que queremos conservar para dejársela en legado a nuestros hijos, no la mantendremos intacta y momificada entre una bola de cristal sino que conservando lo esencial y característico de sus estructuras, la remodelaremos respetuosamente para modernizarla y volverla apta para la vida de hoy, poniéndole agua corriente, luz eléctrica, Internet etc… Así viviremos en ella con agrado y comodidad según las necesidades de nuestra época histórica, disfrutando esa patina inimitable que tienen las cosas que han sido impregnadas por el paso del tiempo y la vida que llevaron en ella generaciones pasadas.
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1 En efecto, todos los bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo: ya no hay judío ni griego; ni esclavo ni libre; ni hombre ni mujer, ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.
2 Catecismo de la Iglesia catolica, Nr. 1795 “La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que está solo con Dios, cuya voz resuena en lo más íntimo de ella” Concilio Vaticano Gaudium et Spes GS 16).
3 CIC Nr. 1800 El ser humano debe obedecer siempre el juicio cierto de su conciencia.

Aborto: la rebelión de las católicas

Creyentes díscolas pelean en el seno de la Iglesia por el derecho de la mujer a interrumpir su embarazo.... la entrevista fue publicada por INTERVIU. Para leerla pinchar el título de esta entrada.

martes, 6 de julio de 2010

Católicas celebran triunfo para la libertad de conciencia

Con la entrada en vigor, el 5 de Julio del 2010, de la Ley de salud sexual, las mujeres católicas celebramos que el Estado español afirme, garantice y haga posible el ejercicio pleno de la libertad de conciencia, uno de los principios básicos que según nuestra tradición fundan la dignidad que nos fue otorgada como hijas de Dios.

Con esta Ley, el Estado garantiza el ejercicio de nuestra plena libertad religiosa ya que como católicas podremos serle fieles a nuestra tradición y regirnos por los mandatos de nuestra conciencia cuando tengamos que tomar decisiones respecto a un embarazo no deseado: Si la conciencia nos dicta que debemos llevarlo a término y traer al mundo a la criatura que está desarrollándose en nuestro seno, tendremos la plena libertad de seguir este mandato de nuestra conciencia, que según la tradición católica es la entidad moral suprema.

Si por el contrario, el llevar a término el embarazo en determinadas circunstancias representa una dificultad tán grande para una mujer que su conciencia le dice que en estas circunstancias especificas la opción más moral consiste en interrumpir el embarazo para proteger el otro bien que se encuentra en peligro, ella puede obedecer el dictamen de su conciencia, sin verse expuesta a violar leyes injustas que pongan en peligro su vida y su salud.

Celebramos la entrada en vigor de esta Ley que además prevé que el Estado ponga en práctica todo lo que conlleve a evitar embarazos no deseados mediante el acceso a una buena educación sexual y a todos los medios anticonceptivos.

Esperamos que esta Ley sirva como ejemplo a muchos otros Estados en el mundo, en donde el Estado se niega aún a garantizar la libertad religiosa de las mujeres católicas obstaculizando el pleno ejercicio de su libertad de conciencia.

martes, 15 de junio de 2010

Teresa Forcades: Feminismo y liberación

El catolicismo tiene potencial liberador y dignificador para las mujeres. Y, por su puesto, tambien para los varones. La benedictina Teresa Forcades anuncia la Buena Nueva en un video al que se puede acceder pinchando el título de esta entrada...

jueves, 10 de junio de 2010

La oposición católica a la agenda de El Cairo

En la Conferencia de Naciones Unidas sobre Población y Desarrollo de 1994 en el Cairo quienes se opusieron al cambio de paradigma y a que se confiara en las mujeres como agentes morales, lo hicieron desde la religión, desde una moral sexual basada en preceptos religiosos.
La Santa Sede, una entidad institucional con características únicas, lideró esta oposición. La Santa Sede es el supremo ente que gobierna a la comunidad católica constituída por el 17,4% de la población actual del planeta. Por otro lado la Santa Sede es el gobierno de la Ciudad del Vaticano, el territorio más pequeño del mundo – que con sus aproximadamente mil habitantes – casi exclusivamente varones - es considerado un Estado, principalmente por haber establecido relaciones diplomáticas plenas con 178 otros Estados.
En Naciones Unidas fue como gobierno de la Ciudad del Vaticano que la Santa Sede obtuvo el estatus de observador permanente. Pero en realidad actúa como el gobierno de la comunidad católica, pretendiendo hablar a nombre de más de un billón de personas.
En consecuencia la población católica tiene una representación doble en Naciones Unidas: las católicas y los católicos son representados por el Estado del cual son ciudadanas y ciudadanos, por ejemplo México o Estados Unidos o Filipinas, pero al mismo tiempo la Santa Sede también los representa o pretende tener el derecho a hacerlo. Nos encontramos pues frente a un viejo fenómeno a raiz del cual se han originado muchos conflictos en la historia de Europa: la cuestión de la separación de la Iglesia y del Estado, la cuestión de la secularización, de la laicidad. Se trata de esa pregunta tan vieja y recurrente de saber quién ejerce la autoridad política sobre los y las ciudadanas católicas de cierto país: el gobierno o la Santa Sede y sus representantes locales, la jerarquía católica, los obispos. ¿Quién puede hablar a nombre de ellas y de ellos, puede tomar decisiones, legislar?
No todos los países representados en Naciones Unidas son democracias en el sentido de que su Estado esté construido sobre el principio de la clara separación de los poderes: el legislativo, el ejecutivo y el judicial; en el sentido en que los principios de libertad, igualdad y solidaridad sean si no una realidad, al menos un ideal; sobra decir que la Santa Sede definitivamente no lo es. Es la última monarquía absolutista en Europa, un relicto político de los siglos XVII y XVIII. Pero cabe subrayar que no hay ningún otro Estado fuera de la Santa Sede que pretenda hablar a nombre de la población de otro o de otros Estados-Nación, y en realidad a nombre de la humanidad entera.

II.
El progreso médico creciente de los últimos cien años permitió cambiar la vida de las mujeres. La alta mortalidad materna, una fatalidad histórica, puede hoy en día prevenirse. Las mujeres obtuvieron los medios para ejercer el control efectivo de su fertilidad. Esto provocó cambios profundos en las relaciones de género, modificando las fundaciones sobre las cuales descansaba la organización patriarcal de la sociedad y desembocando en una profunda y generalizada crisis sistémica del patriarcado.
Como era de esperar, las grandes instituciones patriarcales y quienes detentaban el poder y se beneficiaban de sus privilegios se resistieron a estos cambios. La Iglesia católica como una de las expresiones más elaboradas del patriarcado y probablemente la justificación simbólica del patriarcado políticamente más institucionalizada vivió esta profunda crisis sistémica como una amenaza mortal y optó por reaccionar a ella de manera fundamentalista. Responder así fue una opción posible, que habría podido ser muy diferente. Pero en vez de abrirse al cambio y aceptar que el patriarcado no es la única forma posible de organizar la sociedad, en vez de optar por preservar las tradiciones, los principios y valores preciosos y que afirman la vida propios al catolicismo forjando formas sociales nuevas y más justas, más adecuadas al espíritu de nuestra religión, la cúpula de la Iglesia católica optó por preservar un aparato institucional completamente anticuado con un conjunto de reglas y normas crecientemente disfuncionales aun al precio de sacrificar el espíritu de esa religión.

III.
¿Por qué eligieron esa opción?
La religión es una de muchas expresiones de la cultura. Probablemente haya sido la más potente a través de la historia. Cuando una sociedad y una cultura atraviesan una crisis, la religión – y en particular su forma institucional – también se ve afectada.
Al ser elegido Papa Juan Pablo II, en 1978, una pequeña pero muy poderosa secta dentro del catolicismo muy rápidamente se hizo a todas las palancas de mando en la institución. Se trataba de una secta centrada en el poder y la influencia, no solo dentro de la Iglesia sino también en la sociedad. En el fondo el aparato eclesial no ha sido para ellos sino uno entre varios medios para obtener poder político y económico. Como muchas y muchos ya habrán comprendido, estoy refiriéndome al Opus Dei.
El Opus Dei es un fenómeno moderno que surgió en España y encontró seguidores esencialmente en el mundo hispano y en Italia. Se espera de sus miembros que estén volcados hacia el mundo y se esfuercen por ocupar puestos de influencia tanto en la política como en la economía. Son catalizadores de la modernización de la economía de un país, buscando al mismo tiempo mantener patrones sociales conservadores y si posible autoritarios. En otras palabras son la perfecta contraparte, dentro del catolicismo, para el fundamentalismo neoliberal y “neo-con” tan típico en sociedades más protestantes como Estados Unidos. Y el Opus Dei promovió mucho una agenda diplomática en el Vaticano. Desde que Juan Pablo II llegó a ser Papa, la Santa Sede duplicó o quizá triplicó el número de países con los que estableció relaciones diplomáticas, convirtiéndose en un actor internacional importante en escenarios como Naciones Unidas, donde la diplomacia determina las reglas de juego, sin tener en cuenta el poder militar, industrial, económico y financiero que cada actor realmente detenta.
Pero hay que tener en mente que el fundamentalismo religioso con toda su misoginia no es el único tipo de fundamentalismo existente, aunque quizá sea el más espectacular, ya que opera a nivel simbólico. Debemos tener en mente que hay otras formas de fundamentalismos que son tan peligrosos como el religioso. Quisiera enfatizar en un tipo de fundamentalismo que en este momento experimentamos como particularmente virulento: se trata del fundamentalismo económico. Lo que estamos vivenciando como una profunda crisis económica no es sino la expresión de un fundamentalismo despiadado que le impone a las poblaciones más vulnerables cargas sin precedentes. ¿De qué le sirve a las mujeres disponer de la legislación más perfecta en materia de salud sexual y reproductiva si los servicios son inaccesibles e impagables? - ¿Si la salud no es un derecho y una realidad sino solo un sueño y un bien de lujo? Resulta cínico hablar de libertad cuando solo quienes tienen dinero pueden pagarlo, y hablar del derecho a decidir si las mujeres no tienen los medios para pagar por ambas opciones.

IV.
Quisiera terminar estas reflexiones hablando sobre cómo organizar la resistencia al fundamentalismo.
Como el fundamentalismo es una expresión de la profunda crisis del patriarcado, una de las principales formas de resistencia a este fenómeno es el feminismo. Y las feministas religiosas desempeñan un papel predominante en la organización de la resistencia al fundamentalismo religioso. Organizaciones como Católicas por el Derecho a Decidir, es decir organizaciones basadas en el feminismo religioso analizan y desmitifican el fundamentalismo religioso. Informan y educan sobre este y forjan y promueven una moral sexual basada en la justicia, comprometida con el bienestar de las mujeres y que afirma la capacidad moral de mujeres y varones para tomar decisiones sensatas sobre sus vidas.
Trabajamos con muchas otras organizaciones, inspiradas y basadas en la religión o no, para promover los derechos de las mujeres. Y lo hacemos con gran ilusión y esperanza. El hecho de que existamos, de que podamos reflexionar sobre estos temas y que estos temas formen parte del orden del día son síntomas de que las cosas están cambiado y que ya han cambiado. Sigamos adelante en esta dirección afianzando alianzas.

jueves, 3 de junio de 2010

Otra mirada católica del aborto

Nuestras compañeras mexicanas han lanzado una muy dinámica campaña sobre la tradición católica frente a la I.V.E. Quieren con esta campaña difundir informaciones sobre la moral sexual católica que la jerarquía católica intenta ocultar en su afán por impedir que la mujer acceda plenamente a la igualdad de hija de Dios y a la dignidad de agente moral plenamente responsable que le fueron concedidas por el sacramento del bautizo.

Para conocer la campaña pinchar el título de esta entrada...