Con esta Ley, el Estado garantiza el ejercicio de nuestra plena libertad religiosa ya que como católicas podremos serle fieles a nuestra tradición y regirnos por los mandatos de nuestra conciencia cuando tengamos que tomar decisiones respecto a un embarazo no deseado: Si la conciencia nos dicta que debemos llevarlo a término y traer al mundo a la criatura que está desarrollándose en nuestro seno, tendremos la plena libertad de seguir este mandato de nuestra conciencia, que según la tradición católica es la entidad moral suprema.
Si por el contrario, el llevar a término el embarazo en determinadas circunstancias representa una dificultad tán grande para una mujer que su conciencia le dice que en estas circunstancias especificas la opción más moral consiste en interrumpir el embarazo para proteger el otro bien que se encuentra en peligro, ella puede obedecer el dictamen de su conciencia, sin verse expuesta a violar leyes injustas que pongan en peligro su vida y su salud.
Celebramos la entrada en vigor de esta Ley que además prevé que el Estado ponga en práctica todo lo que conlleve a evitar embarazos no deseados mediante el acceso a una buena educación sexual y a todos los medios anticonceptivos.
Esperamos que esta Ley sirva como ejemplo a muchos otros Estados en el mundo, en donde el Estado se niega aún a garantizar la libertad religiosa de las mujeres católicas obstaculizando el pleno ejercicio de su libertad de conciencia.