Como en Madrid se reúnen en estos días millares de jóvenes católicas y católicos del mundo entero, nos parece importante aportar nuestro grano de arena al gran esfuerzo de catequesis que se realizará en estos días, y en particular tocando el álgido tema del VIH/Sida.
Cuatro conceptos fundamentales deben meditarse en este contexto: La Castidad, la Conciencia, el Condón y la Caridad.
Se trata de cuatro conceptos que cruzándose dinamizan el catolicismo real contemporáneo en la lucha por humanizar el reto histórico que representa en nuestro tiempo el VIH/SIDA. Cuatro dimensiones que se complementan e iluminan.
Hay CASTIDAD en una relación, cuando esta está basada en el respeto mutuo que excluye todo abuso, manipulación o explotación. La castidad no se reduce al solo sexo, sino que cualquier relación interpersonal puede ser, y para un/a católico/a debería ser casta.
La CONCIENCIA es para nosotras las católicas y los católicos la instancia moral suprema a la cual debemos obedecer. Solo al ejercer libremente nuestro derecho a decidir en cuestiones morales respondiendo a lo que nuestra conciencia nos dice asumimos la dignidad que nos fue otorgada por Dios al crearnos a su imagen y semejanza.
El CONDON es en la actualidad el profiláctico que usándose correctamente puede prevenir con la mayor tasa de eficiencia la transmisión sexual del VIH en una relación sexual que conlleve algún riesgo de contagio. Es indispensable saberlo y hacerlo saber y conocer y hacer conocer la manera de usarlo correctamente. Representa un acto de las más básica caridad cristiana en tiempos del VIH/Sida enseñarle al próximo ignorante cómo protegerse a si mismo y los demás de la pandemia.
Sin CARIDAD nada tiene valor, como lo enseña el apóstol Pablo en su Carta a los Corintios: “Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy. Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha. La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta. La caridad no acaba nunca. (…) Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad.”
Felicitamos a la Coalición de Jóvenes de diferentes continentes que durante la JMJ en Madrid están difundiendo la Buena Nueva de que es posible vencer el VIH/Sida si aplicamos la genuina doctrina católica. Como católicas compartimos lo que expresó Benedicto XVI hace unos meses: el uso del condón puede salvar vidas.